Flores

La Terapéutica

 

El uso de los elixires puede dividirse en cuatro tipos fundamentales, que se designaran así:

Síntomas. Cuando el paciente presenta síntomas que son cubiertos por una esencia, más su tipología no concuerda con la totalidad de ella.

Es el caso, por ejemplo, de alguien que no presenta en general ningún tipo de miedo, es extrovertido, y se tiene confianza. Sin embargo le teme a los perros. En este caso, la flor del síntoma es el crotón, aunque no lo es toda su personalidad.

Bloqueos. Cuando por alguna razón la energía se estanca y debido a ello se presenta un malestar. Por ejemplo, una persona es sana en general, pero la muerte de un familiar le desencadena la tristeza característica. Además, aparece un trastorno cualquiera, digamos, una urticaria.

Este caso, el bloqueo motivado por la pérdida del ser querido favoreció la aparición de dicho malestar. Para este paciente, entonces, la flor podría ser la Trompeta de Ángel y el Espino Blanco, sin sé que opere en si la urticaria, sino el bloqueo facilitador del desencadenamiento del proceso, además se aplica la dinamización con homeopatía para el duelo, que ayuda a cerrar dicho proceso.

A veces el bloqueo ha tenido lugar años atrás y desde entonces la persona refiere un trastorno cualquiera. Por ejemplo, el asma le empezó de niño, luego de que hizo el ridículo en una representación en el colegio. Aquí, la Gloriosa y la Iris Germánica podrían corregir el caso.

Desarrollo personal. Es para desarrollar las aptitudes evidentes o para permitir el acceso al camino espiritual. Estas flores, si bien no son "necesarias" para la salud mental o física, pueden ayudar al desarrollo personal integral (Fórmula Mágica, Potentilla, Girasolillo, Trompeta de Ángel).

Constitucional. Es, sin lugar a dudas, lo que uno busca como terapeuta floral: el manejo del ser en su esencia. Se logra encontrando la flor o las flores que se asemejan mucho a la tipología base del individuo. Este tipo de manejo es el que aporta los mejores resultados. Sin embargo, es también el que más dificultad presenta, pues no es siempre fácil o evidente su diagnóstico.

En esta forma de manejo, relacionamos la personalidad base del individuo con una flor. Podemos, por ejemplo, encontrar un ejecutivo impaciente, tenso que se queja de dolores musculares generalizados, que come rápido y presenta posteriormente trastornos digestivos, que exaspera con la lentitud de la gente, que le termina las palabras a la gente que habla despacio, en fin, un cuadro típico para el elixir de Camelia. Eso permitiría al utilizar dicha esencia, equilibrios importantes en la persona.

A veces, para el terapeuta en la primera consulta es difícil a través del sólo interrogatorio conocer la tipología base del paciente, por lo que es muy importante la observación de su comportamiento, para compararlo con el que se describe para cada flor.

Una vez se tiene el diagnostico, de acuerdo con los cuatro niveles o formas descritas (escogiendo una o varias flores para cada caso), se procede a jerarquizarlas de acuerdo con lo que sea importante manejar en el paciente

 

Dosificación

 

Como son productos energéticos, el concepto de dosis difiere considerablemente de la farmacología clásica, si tenemos un compuesto cualquiera, como el “acetaminofén”, que es un analgésico y en presentación liquida, no podemos decir que una gota sea lo mismo que cinco, pues sé está valorando un concepto orgánico relacionado con la cantidad de sustancia en cada gota.

Al tener cinco gotas, habrá por supuesto más cantidad. En el caso de las esencias florales (y otros medicamentos energéticos), lo que importa es el número de veces que esa energía entre en contacto activo con la persona, y no a su cantidad, porque, ellos actúan por acción vibracional y no química.

Entonces, ingerir cuatro gotas en una sola toma, en términos energéticos, corresponde a lo mismo que ingerir siete gotas. En cambio, sería diferente tomar una gota en cuatro veces diferentes (en total cuatro gotas), que cuatro gotas en una sola toma.

Una gota cuatro veces equivale a cuatro dosis, mientras cuatro gotas de una vez equivalen a una dosis. Lo que importa, repito, no es la cantidad sino el número de veces que se utiliza. Ahora bien, en aras de continuar las ideas del Dr. Bach, se acostumbra ingerir en cada dosis, cuatro gotas de la esencia.

Sin embargo, hay quienes prefieren jugar con numerología y utilizan, de acuerdo con su intuición, cifras diferentes.

En el caso de los niños, no alteramos en absoluto la dosis ni la frecuencia y si lo hacemos, es sólo por reducir el consumo de alcohol (aunque, por lo general, en lactantes se preparan en agua), y no por otra razón.