Granada

En el lenguaje de las flores se considera a esta flor como representante del amor. Por su color rojo sangre y la gran cantidad de granos del fruto suele ser popularmente el símbolo de la riqueza, la fecundidad y la fertilidad femenina.

Esta esencia floral se utiliza específicamente para la mujer. Su vibración trabaja la creatividad puramente femenina, por lo que es una esencia para problemas muy actuales.

Cuando a la mujer le resulta problemático asumir su papel femenino combinado con su realización profesional, entra en un conflicto interno con ramificaciones emocionales muy potentes. Crea ambivalencia y sentimiento de culpa al debatirse entre dos polos de su vida, supuestamente opuestos, como son el ejercicio de su profesión o la realización de un trabajo laboral y el del cuidado del hogar y la crianza de los hijos, papeles, estos últimos, para los que supuestamente la mujer es la única responsable y para los que está predestinada desde tiempos inmemoriales. Estos sentimientos contrapuestos ejercen un poderoso papel a la hora de asumir la maternidad, dificultando la concepción y el embarazo. La mujer se siente perdida, aunque no sea consciente de este debate interno, creando dudas y miedos ante la fuerte creencia de la imposibilidad de poder compaginar y llevar a buen término sus dos papeles.

Puede suceder, que en el debate de esta lucha interna que se genera, que la mujer con una gran actividad laboral y dotes de mando, rechace su parte emocional, su rol femenino: fuerza interior, sensibilidad, creatividad... por miedo a que esto perjudique su profesionalidad, adoptando papeles masculinos. Esto puede acabar comportando problemas con su feminidad, surgiendo como un rechazo de su lado femenino por la creencia de que es necesario para poder equipararse profesionalmente a los hombres. Puede acabar volcando su vida en su carrera y en su profesión, al precio de no poder formar una familia con hijos por creer que no son compatibles.

Permite equilibrar los aspectos femeninos y masculinos, a decidir las prioridades en cada momento de la vida, a aceptar la propia identidad femenina. A decidir emocionalmente si se quiere ser madre o se quiere dedicar exclusivamente a su profesión, decidiendo desde la parte más íntima y sin generar conflicto interior. Pero también a comprender que la vida profesional y la familia no tienen por qué ser excluyentes la una de la otra, pudiendo dar lo mejor de sí misma en cada una de ellas.

Ayuda, así mismo, a reconocer que se puede ser la energía del hogar desarrollando la sutileza y la creatividad puramente femenina sin dejar de ser ella misma, a definir la feminidad desde la propia matriz, desde el centro, desde la propia creatividad, a entender la maternidad como una profesión de las más creativas e importantes, y no solo para ella misma, sino para la sociedad.